martes, 7 de septiembre de 2010

"Ah, el destino- dijo ella-. ¿Acaso es otra cosa que lo que el hombre elije hacer?¿El destino es algo más que las expectativas que tenemos de nosotros mismos?"(El contador de historias, Rabih Alamedine)


Nada más leer estas líneas me acordé de una conversación que había mantenido con una buena amiga hacía tan solo unos días.Fue uno de esos momentos totalmente improvisados y cotidianos en el que acabas compartiendo con otra persona tus sentimientos,pensamientos y tus miedos más profundos.
¿Hasta que punto somos dueños de nuestros actos y no estamos predeterminados por una enorme cantidad de factores de los que meramente somos conscientes de una pequeña cantidad de ellos?.Con seguridad, la alternativa mas cómoda es pensar que todas y cada una de las cosas están predeterminadas de antemano y no somos culpables ni de sus consecuencias favorables ni de aquellas otras que no lo son tanto. Pero sí actuáramos así, estaríamos relegando la libertad humana al más hondo de los abismos no asumiendo los actos que cada uno libremente ha querido llevar a cabo.
Sin embargo, yo soy de las que defiendo,o probablemente quiero creer que pese a las decisiones individuales de cada uno hay ciertos acontecimientos que si son lo suficientemente trascedentales para tu vida van a acabar sucediendo antes o despúes.Evidentemente, ello va en función del esfuerzo que se ponga para llevarlo a cabo.
Dos senderos pueden coducir a un mismo destino.Uno puede tener un trayecto más corto y el otro uno mucho más enrevesado y dificultoso. Otras ocasiones, puede que ése no sea todavía el momento oportuno,quizás se necesite madurar y adquirir experiencia para pasado un tiempo ver claramente lo que anteriormente tenías delante de tus ojos y no podías percibir.

Puede que la vida, tan solo sea un azaroso e indefinido espacio de tiempo que nos ha sido regalado gratuitamente.
A lo largo de ella, cada uno intenta sobrevivir de la mejor manera posible intentando satisfacer todas sus necesidades; Cada uno la forja con las herramientas que tiene a su disposición y que le son más satisfactorias. A veces, por ser éstas distintas a las nuestras nos son repulsivas,inteligibles, nos parecen ridículas. Pero sí nos abstrayéramos de todo lo que hay alrededor, de todo lo meramente superficial nos podríamos dar cuenta de que su finalidad es la misma pese a estar en un código diferente.
Sí nos apartáramos un poco más de nosotros mismos y echáramos de vez en cuando una ojeada a nuestro alrededor, incluso al más cercano que habitualmente es el que tenemos más olvidado, nos daríamos cuenta de que no radican tantas diferencias entre unos y otros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario